Julio Serrano Espinosa* ¿Quién lo habría pensado? Apuesto que pocos. Por desgracia, yo no fui uno de ellos. Siempre pensé que Tesla era una empresa revolucionaria, con la capacidad de transformar la industria automotriz. Pero ¿llegar a valer un millón de millones de dólares (un trillón en inglés)? Nunca me lo imaginé. Tras un anuncio de que Hertz compraría 100 mil autos Tesla para su flotilla, la acción se disparó más de 12% para darle a la empresa un valor de mercado superior al trillón de dólares. Para poner esa cifra en contexto, no está lejos del PIB anual de México. Toyota, la segunda automotriz más valiosa del mundo, vale una quinta parte de lo que Tesla. De hecho, las siguientes nueve automotrices juntas no suman su valor. Tesla es la empresa que más rápido ha alcanzado el hito del trillón de valor en la historia; en menos tiempo que Apple, Microsoft, Google, Amazon y Facebook. Alguien que hubiera invertido mil dólares en su acción hace 10 años, hoy tendría 180 mil; de aquí mi lamento inicial de no haber visto el enorme potencial. Lo cierto es que pocos lo vieron. A lo largo de su historia como empresa pública, Tesla ha tenido múltiples detractores. Hay quienes veían venir la transformación de la industria, de motores de combustión a eléctricos, pero no con la rapidez que está ocurriendo. Elon Musk, su fundador, no solo lo anticipó, sino que apostó todas sus canicas en este sentido. Ahora está recogiendo las ganancias. Aun considerando la posición de Tesla como líder del movimiento hacia vehículos eléctricos, para justificar su exorbitante valuación se tienen que hacer unos supuestos casi imposibles de cumplir. Lo que algunos analistas argumentan es que Tesla no solo es una empresa automotriz, sino que es una empresa de energía. Veremos. En mi opinión, la razón principal por la que ha llegado a la estratósfera su valor es el carismático y disruptivo Musk, quien tuvo la audacia de entrar a competir en una industria de gigantes establecidos (algunos con más de 100 años de vida). Las altas barreras de entrada no lo detuvieron y tuvo la capacidad de convencer a inversionistas de meter miles de millones de dólares para hacer realidad su visión, pese a que no se veían utilidades en el futuro cercano. Mientras que ejecutivos tradicionales de la industria veían sus empresas como automotrices con capacidades tecnológicas, Musk siempre vio a Tesla al revés: como una empresa de tecnología con capacidades automotrices. El mercado lo ha premiado convirtiéndolo en el hombre más rico del mundo, superando a Jeff Bezos, de Amazon. Su fortuna ronda en 300 mil millones de dólares. Me da gusto ver que el dinamismo emprendedor que ha mostrado con creces Musk se empieza a sentir en México. Ahí están casos de éxito como Kavak, Konfío, Clip y Bitso. Espero que vengan muchos más de estos unicornios. Sigo pensando que la valuación de Tesla es casi imposible de justificar, pero no estoy dispuesto a apostar en contra de Musk. *Integrante del Consejo Directivo del CEEY. Imagen: El CEO