Donald Trump es de los que gobiernan por decreto; de los que deroga leyes con órdenes ejecutivas; de los que se desbeben sobre la constitución; de los que dicen «no me vengan con que la ley es la ley». El 20 de enero, firmó la orden ejecutiva que termina con la garantía constitucional de la ciudadanía por derecho de nacimiento para niños hijos de indocumentados. Estaba previsto que, la orden firmada por Trump, entraría en vigor el 19 de febrero, afectando a miles de personas nacidas en los Estados Unidos. «Hace unos momentos, un juez federal, la bloqueó». Estados Unidos está entre los 30 países que aplica la ciudadanía por derecho de nacimiento, bajo el principio JUS SOLI o “derecho de suelo”, consagrado en la enmienda XIV de la Constitución (1868): “Toda persona nacida o naturalizada en Estados Unidos y sujeta a su jurisdicción, será ciudadana de los Estados Unidos y del estado en el que resida…” El decreto Trumpiano, ordena que los hijos de no estadounidenses NO están sujetos a la jurisdicción y manda a las agencias federales NO reconocer la ciudadanía para los niños que no tengan al menos un padre que sea ciudadano. En 2002, nacieron aproximadamente 255 mil niños ciudadanos de madres que vivían sin papeles y, 153 mil de ambos padres indocumentados. Un miembro cercano al equipo de Trump comentó que, la orden, sólo se aplicaría a los nacimientos futuros. Hoy jueves, John Coughenour, Juez Federal en Seattle, escuchó los primeros argumentos de la demanda presentada por varios estados demócratas, -Arizona, Illinois, Oregon y Washington- que buscan bloquear el mandato de Trump: “Despojar a los niños del tesoro invaluable de la ciudadanía es una grave decisión, pues les niega la plena membresía en la sociedad estadounidense a la que tienen derecho”. El Juez Coughenour consideró que la orden de Trump es «Descaradamente Inoconstitucional» y la bloqueo provisionalmente. La orden impedía que, el Departamento de Estado, emitiera pasaportes a los niños de padres indocumentados, negándoles el derecho a los servicios básicos y a trabajar legalmente en ese país. Pero Trump es porfiado, como aquel loquito del Palacio que decía: “voy derecho y no me quito”: Anteayer, revocó la Ley de Igualdad en el Empleo, firmada por Lyndon B. Johnson hace 60 años, la cual que prohíbe la discriminación en la contratación de empleos federales por motivos de raza, color, religión, sexo, orientación sexual, identidad de género u origen nacional”. Trump ha retomado su labor interrumpida iniciada hace 8 años: socavar lenta y progresivamente las instituciones democráticas; debilitar al sistema jurídico, la prensa y las normas políticas tradicionales. Si… las salvaguardas de la democracia no lo contienen, el sistema político estadounidense puede transformarse en una tiranía…