A pesar de ser un día de recogimiento y oración, la serpentina lengua de Trump no descansa. Un día le dice a Claudia Sheinbaum que “es una mujer maravillosa” y, al otro, le avienta tomatazos. La muerte de Vargas Llosa, nos ha distraído un poco de Trump quien, que se ha vuelto omnipresente en la vida de México: Fentanilo, narcotráfico, carteles, seguridad, aranceles, deportaciones, frontera, migración, agua…en todo se entromete. “México y Canadá, dependen de Estados Unidos para vivir”, dijo ayer. Claudia Sheinbaum, nunca se imaginó que lidiaría con semejante fiera: impredecible, caprichoso, petulante, amenazante, adulador, simulador y… muy mentiroso. Trump vuelve más pesada la cruz que Claudia carga en sus espaldas. Ella es firme y, como buena mexicana abnegada, no reniega de la cruz que le heredaron. Para Claudia su antecesor es como su padre, su tata, el patriarca bueno y sabio, del que no hay que renegar, haiga sido como haiga sido, diría el clásico. Pero; hoy es viernes santo, día del soneto al crucificado: “No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. ¡Tú me mueves, Señor! Muéveme al verte clavado en esa cruz y encarnecido muéveme al ver tu cuerpo tan herido muéveme tus afrentas y tu muerte.” Si, hoy es día de oración para algunos, para otros, de diversión, cada quien… Murió Mario Vargas Llosa; algunos literatos afirman que es el más grande de la literatura Latinoamericana. Además de escritor monumental, es admirable su defensa de la libertad sin adjetivos; de la democracia, del «liberalismo progresista» que, de ninguna manera, es un oxímoron. ¿Qué película le podemos recomendar para recordarlo? Si se quiere divertir, una adaptación hollywoodense de su novela autobiográfica, publicada en 1977, La Tía Julia y el Escribidor; «Realidad y Ficción, Tune in Tomorrow, 1990». La película no tuvo mucho éxito; pero las tramas caóticas, en donde se mezclan las radionovelas con la vida real, entretienen y hacen reír. La realidad: en 1955, a los 19 años, Vargas Llosa se casó con su tía política, Julia Urquidi, 10 años mayor que él. El matrimonio atravesó por muchos apuros económicos, hasta que el escritor encuentra trabajo en una radio. La relación termina cuando, en 1964, el escribidor se enamora de Patricia Llosa, sobrina de Julia. En el filme, dirigido por John Amiel, «Marito o Varguitas» es Martin Loader, interpretado por Keanu Reeves; Bárbara Hershey es la Tía Julia; Peter Falk (columbo), interpreta a Pedro Carmichael, (Pedro Camacho), un excéntrico escritor de radionovelas que, en cada episodio, alterna la ficción con la realidad amorosa de Martin y Julia. El final de Carmichael es, aparentemente, catastrófico. Con música de Jazz, la trama se desarrolla en el Nueva Orleans de 1951; en lugar de la Lima de 1950, con sus valses peruanos. Por cierto, en la realidad, Julia Urqui escribió un libro de réplica: “Lo que Varguitas no dijo”.